En cada despedida intento
que en mis poros quede tu olor,
saborear con los ojos cerrados
cada pedazo que dejas de amor.
Cierro con llave los pensamientos
y las preguntas para no dañarme,
desde la distancia se lo que sientes
la soledad también se comparte.
Una llama encendida, mi alimento
de pasión que brilla incandescente,
tu rumbo lleva firme a puerto
la luz de mi Luna Creciente.
Comparto tu recuerdo
con mi solitaria almohada,
que vuelvas pronto espero
pues tus besos me hacen falta.
En el poema “Mi Luna Creciente” hablo de echar de menos a la persona
que está a mi lado, alguien que tiene parte de su pasado en mi historia. Hablo
de saborear el sabor dulce de aquellos momentos en los que estamos juntos antes
de la despedida.
Echar de menos es eso, estar llenos de momentos con la persona amada, de recuerdos, de
historias, de aventuras, es estar llenos de vida, también de vida pasada. Es
por ello que debemos vivirlos así, sintiéndonos felices porque ocurrieron y de
alguna u otra forma siguen estando en nosotros.
Por ello, permitámonos el volver a sentirlos cuando cerramos los ojos,
añoremos su presencia cuando no está, llenándonos los ojos de lágrimas pero
sintiéndonos felices porque ocurrieron y saborear el buen gusto que han dejado.
En las cosas sencillas que a diario nos acompañan como una puesta de
sol, el piar de los pájaros, un cielo estrellado, el murmullo de un rio o la
sonrisa de tu pareja etc. Tenemos que ver la magia en lo que nos rodea y
agradecer y reconocer las maravillas que enmarcan nuestra existencia.
Hay que empezar por agradecer ese maravilloso regalo que disfrutamos y
que se produce con cada latido de nuestro corazón, es la vida.
Echar de menos es llenar de recuerdos tus momentos vividos.
Begoña Pombar
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