lunes, 22 de mayo de 2017

EL PODER DE LA MÚSICA

Lo recuerdo y lo alcanzo,
mi espíritu le llama
con una canción.

Llévame hasta allí
esa escalera me conducirá,
la escalera al cielo.

Estaba esperándome,
resaltada entre la niebla
su forma se ve latir,
distorsionada, histéricamente,
sale desgarrada su señal.

En el esfuerzo por llevarme
me transmite su electricidad,
da vueltas mi cabeza
mis ojos se van a nublar,
siento que ya no la veo
esa escalera al cielo.
***
Cada día está lleno de momentos maravillosos, momentos cotidianos que hacen de mi vida algo más que una rutina, que tienen un gran valor y no los quiero dejar pasar sin más.

Al disfrutar de un momento así, tomo consciencia de ello y queda guardado en el recuerdo de mi memoria.

En este poema que hace años escribí, hablo de la sensación maravillosa que me proporciona la música que me acompaña, un estímulo que hace de auténtica banda sonora de las emociones que transitan por mi corazón y que se hace inseparable de mi vida.

Seguro que te ha pasado alguna vez, ese momento en que tu mente se abre y entiendes el significado de esa canción que siempre escuchaste. A mí me pasó y esa canción me inspiró para componer este poema que acabas de leer. Creo que es fácil de adivinar cuál es,  “Stairway to Heaven” de Led Zeppelinconsiderada como uno de los puntos culminantes de la historia del Rock.

La música nos acompaña y plasma realidades internas que pocas veces puede uno expresar, a veces las palabras no pueden expresar lo que tenemos dentro, pero en la música se encuentra complicidad, compañía, comprensión y conexión que se transmite y propaga por el aire, un medio que nos envuelve, una vibración que puede expresar sentimientos, emociones, pensamientos o ideas.

Me he rendido a los encantos de la música, no podría vivir sin ella, me acompaña en cada instante vital por el que transito, valorando lo que tengo en cada momento, gravando en mi memoria las emociones y los recuerdos vividos.

Por ello te aconsejo que te pares, escuches, mires y sientas el momento presente, aliméntate del aquí y ahora y disfrútalo, las prisas nunca fueron buenas.
Begoña Pombar


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