Os oigo llorar en silencio
cuando os castiga el fuego
los deforestadores os matan
la tribu de la corbata
se lucra con vuestros cuerpos.
Inmensa vegetación devorada
se cometen errores cada día
contra ella que llora callada,
la ingenua iglesia pide en rezos
para que llueva y acabe la sequía.
Quedándose quietos no hará milagros
la alarma se enciende si hay muertos humanos
también los árboles son nuestros hermanos
tenemos origen en los mismos átomos.
Como cuando oye un padre
el llanto de su bebé
un bombero lucha incansable
contra quien no quiere verlos en pie.
Esta enfermedad avanza y destruye
de nosotros depende conservar su vida
no sentimos las quejas por sus heridas
no vemos como sus quemaduras escuecen
seremos culpables si desaparecen.
Begoña Pombar
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